Escabroso, abrupto, a veces infranqueable. Y através de ello, el tiempo avanza imparable y en silencio sin que podamos controlarlo. Cada segundo llenamos cada alveolo y enviamos la vida hasta la arteria más recóndita. Cada minuto tomamos miles de decisiones que nos mantienen con vida. Cada hora vienes a mi mente al igual que muchas otras cosas menos importantes. Cada día me levanto sabiendo que sí hay un motivo. Paso tras paso, en este terreno accidentado, observo como me alejo de mi origen y me acerco a mi destino. Ineluctable destino común para todo mortal, mortal, mortal. Escabroso a cada nivel individual, anteponiendo a cada uno barreras del mismo nivel subjetivo. Abrupto camino, porque todas las vidas son en el fondo sinónimos de todas las vidas. Infranqueable cuando voluntariamente alcanzamos nuestro final. Hoy los años pasan como meses y los meses como días, ridiculizando la percepción de nuestra existencia aquí. Convenciéndonos cada vez con más contundencia que no somos más que una fluctuación microcósmica en este universo. En cualquier caso, todo depende de cual es la escala en la que cada uno quiere asimilar la realidad. A escala macroscópica nadie trasciende. A escala personal estamos tu y yo y nuestra historia, están este y aquella y su historia, están las otras historias y las historias de las historias que Sí trascienden para unos y no para otros. Creando nuestra historia avanzamos hacia el dichoso momento en el que el corazón no late, los ojos se cierran y la sangre rescinde su vida. Historia que no es nada para nadie, pero lo es todo para ti y para mí.