No tengo ninguna duda de que la vida es algo, más que fortuito, inevitable. Resulta curioso porque a lo largo de siglos de investigación y teorías científicas, el ser humano ha tenido ideas bastante alejadas de la realidad. Todavía no conocemos la realidad del universo, y desde mi punto de vista aún estamos muy muy lejos de conocerla. Primero nuestra plana Tierra era una creación divina ubicada en el centro del universo. Más de uno murió quemado vivo a manos de la iglesia (en nombre de Dios) por mantener una teoría diferente a esta. Ya en el siglo IV a Hipatia le resultaba extraño que todo girara alrededor de la Tierra, puesto que no encontraba una solución a los movimientos extraños que hacían las denominadas en aquel entonces “estrellas errantes”. Hipatia murió linchada a manos de los cristianos por diferentes (y dudosos) motivos. Doce siglos más tarde, Galileo se atribuyo la invención del telescopio, instrumento del cual ya había un prototipo holandés, bastante menos ponente. Gracias a este invento, la Republica de Venecia, pensando en sus objetivos militares (lo de siempre), subvenciona las investigaciones de Galileo, impulsando enormemente sus avances. Galileo demostró mediante la observación, con experimentos tangibles, que los objetos celestes no eran esferas prefectas, sino que tenían rugosidades al igual que las montañas en la Tierra. Fue capaz de entender la naturaleza de la Vía Láctea y nuestro lugar en ella. Llegó a observar los anillos de saturno y las manchas solares. Galileo fue condenado a arresto domiciliario de por vida por el Papa Urbano VIII. Todos estos contratiempos han retrasado nuestro conocimiento del entorno que nos rodea, y por culpa de ello nos hemos considerado solos en este universo gigantesco. Hasta hace bien poco muchos creían que nuestro sistema solar era insólito o incluso único. Ahora sabemos que existen más planetas orbitando otras estrellas. Hemos tardado tanto en detectar estos planetas porque supone un gran problema. Una estrella tiene una luminosidad cientos o incluso miles de millones de veces superior a la del supuesto planeta que gira alrededor de ella. Nunca hemos visto un planeta extrasolar, pero sabemos que están ahí por un principio relativamente sencillo. Los planetas giran alrededor de las estrellas porque estas forman un campo gravitatorio que los atrae. Este campo gravitatorio es proporcional a la masa de la estrella. Los planetas también tiene una masa (mucho menor que su estrella) y por tanto también generan su propio campo gravitatorio, el cual atrae a su vez a la estrella. Dado que el planeta gira alrededor, dicha atracción produce una fluctuación en la estrella, una especie de oscilación que es mayor o menor en función de la masa del planeta, y esta oscilación sí la podemos medir gracias al efecto doppler. Ya se han detectado varios centenares de planetas extrasolares y ahora tenemos claro que el sistema solar más que insólito es inevitable y se repite constantemente en cualquier sitio donde miremos. La formación de un sistema solar conlleva cambios lentos y catastróficos de modo que en función del estado evolutivo de un sistema solar en formación está más posibilitado para la vida o menos. Nuestro sistema solar está compuesto por ocho planetas (y plutón), en los cuales de momento se han descubierto ciento setenta satélites. El satélite más cercano es la luna. Marte tiene dos satélites, Deimos y Fobos. Júpiter se lleva el record con sus sesenta y tres lunas. Saturno sesenta y uno, Urano veintisiete, Neptuno trece y Plutón tres. Está más o menos claro que el mejor lugar para vivir por aquí cerca es la Tierra. Esto es un lugar apto para nosotros entre ciento setenta y nueve lugares. Ahora sabemos que hay muchos muchísimos sistemas solares con planetas y lunas. Si pensamos en las leyes de la probabilidad (que se aplican en todo el universo) tenemos una probabilidad aplastante de que hay vida ahí fuera. No me refiero a muñecos verdes con ojos enormes o con rayos X o cosas así. Sinceramente yo me conformaría con encontrar evidencias de alguna bacteria. Pero hay tanto lugares para albergar vida que lo que me sorprendería es que no la hubiera. En realidad no tenemos una definición clara de la vida. Es posible que ya hayamos visto vida extraterrestre pero no la hayamos identificado como tal. Pensamos en la vida como organismos compuestos por células que se reproducen rápidamente, pero no miramos más allá, porque la vida ni siquiera tiene por que estar basada en el carbono. Existen líneas de investigación que estudian la viabilidad de la vida basada en el silicio de modo que para buscar vida primero tenemos que redefinir el concepto de vida. La temperatura más baja registrada en la tierra es de ochenta y cuatro grados bajo cero. Incluso en estas condiciones extremas existe vida. Por supuesto, las bacterias que vivían allí se asarían y morirían en los agradables veintiún grados de mi casa. También existen casos contrarios en los que otras bacterias se congelarían instantáneamente en mi casa, porque viven en los géiseres a varios cientos de grados sobre cero, y se alimentan de azufre. Existen miles de millones de combinaciones para albergar vida lejos de aquí. Solo hay que esperar un poco más, pero es cuestión de tiempo.